El Muro
Cuando tan sólo quedaban 3km para llegar a meta mis piernas dijeron basta. No podía correr. Llevaba desde el km 21 con pequeños calambres que hacían que tuviera que tener mucho cuidado al cambiar la longitud de la zancada. Pero hasta ese momento llevaba una carrera perfecta, corriendo al ritmo que sólo los mejores especialistas sabían llevar. En cada uno de los pasos que daba, pensaba en mantener la quinta posición que llevaba en ese momento, porque llevaba 6 horas de carrera y no quería perder la posibilidad de hacer algo tan grande en los últimos 15 minutos.
Hubiera firmado antes de empezar, al completar los 4km de natación y después de los 120km de ciclismo, un top-20, o un top-15. Cuando me metí entre los 10 primeros pensaba que estaba realizando la mejor carrera de mi vida y cuando me vi 5º en el campeonato de España élite de triatlón de larga distancia, no podía ni asimilar lo que estaba haciendo.
Pero mis músculos no podían más, nunca en mi vida había corrido más de 21km seguidos y ese día tenía que hacer 30km, después de casi 1h de natación y algo más de 3h de bici.
Del km 21 al km 27 sufrí bastante, aunque podía correr algo más lento, pero en un avituallamiento situado en el km 27 tuve que parar y caminar, mientras me echaba agua por la cabeza y me humedecía la frente con una esponja. En las dos anteriores vueltas había pasado por ese mismo lugar por debajo de 4min/km y ahora estaba caminando, viendo impotente como mis piernas eran dos palos y sufriendo convulsiones, como si de un accidente eléctrico se tratara.
Levantando la cabeza podía ver el parque que rodea al pabellón del Buesa Arena, mientras me adelantaban triatletas a los que yo les llevaba una vuelta. Ser superado a pie por gente a la que le llevas más de 50 minutos de ventaja es una cosa que sólo sucede en una prueba de larga distancia, ya que ellos aun no se habían topado contra su muro.
Y en ese momento yo sólo podía pensar en dar órdenes a mis piernas para volver a correr. El 6º clasificado se iba acercando, con otros triatletas que venían por detrás y yo no podía responder ante ellos, en el caso de de ser alcanzado, ya que hasta los doblados me estaban volviendo a adelantar. El 4º también estaba lejos y me seguía sacando a razón de 1 minuto por cada km que quedaba hasta la meta. Pensé entonces que si lograba acabar 5º, levantaría los brazos al cruzar la meta, y lo celebraría como si hubiera ganado, porque sería un resultado impresionante, además en mi debut en una competición de esas distancias. Todos eran triatletas de reconocido prestigio, con patrocinadores, con portadas de revistas y respetados por los cada vez más aficionados a este deporte y sobretodo a las pruebas de larga distancia, en las que los valores son distintos y se admira mucho más a aquellas personas que saben luchar contra sus propios límites.
Nunca en mi vida se me hicieron tan largos 3km y fui destrozando cada uno de los músculos de mis piernas, con tal de avanzar. Ni corría, ni caminaba, no podía levantar las rodillas y parecía que cojeaba.
Sabía que cuando acabara necesitaría días o semanas de descanso y que posiblemente acabaría lesionado, pero estaba tan cerca de algo tan grande, que no pensaba parar bajo ningún modo. En esos momentos cualquier persona normal habría tirado la toalla, pero yo seguí hasta ver la entrada al estadio, donde estaba ubicada la línea de meta.
Apenas 500m me separaban del final y no podía llegar, no podía ni sonreir, las piernas me volvían a pedir clemencia y las fuerzas eran tan justas que me costaba mantener el equilibrio, pero miraba hacia atrás y los triatletas que veía eran doblados, con lo que no importaba que me adelantaran. Y entré al estadio, donde una pantalla mostraba información de cada uno de los pasos de la prueba, para que el público tuviera toda la información en directo.
Tenía la meta a menos de 15m y no pude celebrar nada, sólo quería pasarla. Crucé la meta 5º de España y nada más entrar sentí como si un rayo hubiera caído sobre mi columna dejándome petrificado. El servicio médico vino hacia mí y me decían que me llevarían en la ambulancia y yo les intenté tranquilizar, les dije que sólo eran calambres, pero que ya no era necesario que diera ni un paso más, con lo que sólo necesitaba descansar un poco. El 6º tardó en llegar aproximadamente un minuto y poco a poco fueron entrando el resto de triatletas.
Cuando días más tarde vi el video de la prueba en la web que cubría el evento, vi que los 10 primeros celebraron su llegada con los brazos en alto, presos de la emoción de terminar una carrera tan dura y el único que entró en meta sin celebrar el resultado fui yo, que además era el único que se coló entre los mejores sin aparecer en ninguna de las quinielas de favoritos. Sólo se ve como llego, doblo la espalda y pongo las manos en las piernas, para ser rodeado por la gente que trataba de ver cómo estaba.
Al final, todo el mundo se encuentra en algún momento de su vida con un muro que hace que no pueda seguir avanzando y tratar de vencerlo no es nada fácil, siempre hay que estar dispuesto a sufrir las consecuencias de haber llegado al límite en la lucha contra uno mismo, pero sólo enfrentándonos a él podremos obtener los resultados que más valoraremos el resto de nuestra vida.
Superado ese muro, pasé tres de las semanas más duras de los últimos años, destrozado físicamente, con enormes dolores que impedían moverme, llegando a tal punto que pensé que tendría que dar por finalizada la temporada y anímicamente pasando por un mal momento, mientras recuperaba los días que había tenido que cambiar con mis compañeros en el trabajo para haber podido correr en Vitoria y enlazaba día, con día de trabajo, a turnos.
Pero hoy veo que enfrentarme a ese muro fue duro, muy duro, pero el resultado ha sido muy positivo. En aquellos días mucha gente a la que hacía tiempo que no veía se puso en contacto conmigo, porque se alegraban mucho de que hubiera conseguido ese resultado, lo que me hizo sentirme muy bien, al saber que pese a la distancia o los años, aun queda gente que se alegra sinceramente de que me vaya bien.
Ahora veo ante mí otro muro, al que debo de volver a enfrentarme, por muy duro que sea. Espero ser fuerte.
Hubiera firmado antes de empezar, al completar los 4km de natación y después de los 120km de ciclismo, un top-20, o un top-15. Cuando me metí entre los 10 primeros pensaba que estaba realizando la mejor carrera de mi vida y cuando me vi 5º en el campeonato de España élite de triatlón de larga distancia, no podía ni asimilar lo que estaba haciendo.
Pero mis músculos no podían más, nunca en mi vida había corrido más de 21km seguidos y ese día tenía que hacer 30km, después de casi 1h de natación y algo más de 3h de bici.
Del km 21 al km 27 sufrí bastante, aunque podía correr algo más lento, pero en un avituallamiento situado en el km 27 tuve que parar y caminar, mientras me echaba agua por la cabeza y me humedecía la frente con una esponja. En las dos anteriores vueltas había pasado por ese mismo lugar por debajo de 4min/km y ahora estaba caminando, viendo impotente como mis piernas eran dos palos y sufriendo convulsiones, como si de un accidente eléctrico se tratara.
Levantando la cabeza podía ver el parque que rodea al pabellón del Buesa Arena, mientras me adelantaban triatletas a los que yo les llevaba una vuelta. Ser superado a pie por gente a la que le llevas más de 50 minutos de ventaja es una cosa que sólo sucede en una prueba de larga distancia, ya que ellos aun no se habían topado contra su muro.
Y en ese momento yo sólo podía pensar en dar órdenes a mis piernas para volver a correr. El 6º clasificado se iba acercando, con otros triatletas que venían por detrás y yo no podía responder ante ellos, en el caso de de ser alcanzado, ya que hasta los doblados me estaban volviendo a adelantar. El 4º también estaba lejos y me seguía sacando a razón de 1 minuto por cada km que quedaba hasta la meta. Pensé entonces que si lograba acabar 5º, levantaría los brazos al cruzar la meta, y lo celebraría como si hubiera ganado, porque sería un resultado impresionante, además en mi debut en una competición de esas distancias. Todos eran triatletas de reconocido prestigio, con patrocinadores, con portadas de revistas y respetados por los cada vez más aficionados a este deporte y sobretodo a las pruebas de larga distancia, en las que los valores son distintos y se admira mucho más a aquellas personas que saben luchar contra sus propios límites.
Nunca en mi vida se me hicieron tan largos 3km y fui destrozando cada uno de los músculos de mis piernas, con tal de avanzar. Ni corría, ni caminaba, no podía levantar las rodillas y parecía que cojeaba.
Sabía que cuando acabara necesitaría días o semanas de descanso y que posiblemente acabaría lesionado, pero estaba tan cerca de algo tan grande, que no pensaba parar bajo ningún modo. En esos momentos cualquier persona normal habría tirado la toalla, pero yo seguí hasta ver la entrada al estadio, donde estaba ubicada la línea de meta.
Apenas 500m me separaban del final y no podía llegar, no podía ni sonreir, las piernas me volvían a pedir clemencia y las fuerzas eran tan justas que me costaba mantener el equilibrio, pero miraba hacia atrás y los triatletas que veía eran doblados, con lo que no importaba que me adelantaran. Y entré al estadio, donde una pantalla mostraba información de cada uno de los pasos de la prueba, para que el público tuviera toda la información en directo.
Tenía la meta a menos de 15m y no pude celebrar nada, sólo quería pasarla. Crucé la meta 5º de España y nada más entrar sentí como si un rayo hubiera caído sobre mi columna dejándome petrificado. El servicio médico vino hacia mí y me decían que me llevarían en la ambulancia y yo les intenté tranquilizar, les dije que sólo eran calambres, pero que ya no era necesario que diera ni un paso más, con lo que sólo necesitaba descansar un poco. El 6º tardó en llegar aproximadamente un minuto y poco a poco fueron entrando el resto de triatletas.
Cuando días más tarde vi el video de la prueba en la web que cubría el evento, vi que los 10 primeros celebraron su llegada con los brazos en alto, presos de la emoción de terminar una carrera tan dura y el único que entró en meta sin celebrar el resultado fui yo, que además era el único que se coló entre los mejores sin aparecer en ninguna de las quinielas de favoritos. Sólo se ve como llego, doblo la espalda y pongo las manos en las piernas, para ser rodeado por la gente que trataba de ver cómo estaba.
Al final, todo el mundo se encuentra en algún momento de su vida con un muro que hace que no pueda seguir avanzando y tratar de vencerlo no es nada fácil, siempre hay que estar dispuesto a sufrir las consecuencias de haber llegado al límite en la lucha contra uno mismo, pero sólo enfrentándonos a él podremos obtener los resultados que más valoraremos el resto de nuestra vida.
Superado ese muro, pasé tres de las semanas más duras de los últimos años, destrozado físicamente, con enormes dolores que impedían moverme, llegando a tal punto que pensé que tendría que dar por finalizada la temporada y anímicamente pasando por un mal momento, mientras recuperaba los días que había tenido que cambiar con mis compañeros en el trabajo para haber podido correr en Vitoria y enlazaba día, con día de trabajo, a turnos.
Pero hoy veo que enfrentarme a ese muro fue duro, muy duro, pero el resultado ha sido muy positivo. En aquellos días mucha gente a la que hacía tiempo que no veía se puso en contacto conmigo, porque se alegraban mucho de que hubiera conseguido ese resultado, lo que me hizo sentirme muy bien, al saber que pese a la distancia o los años, aun queda gente que se alegra sinceramente de que me vaya bien.
Ahora veo ante mí otro muro, al que debo de volver a enfrentarme, por muy duro que sea. Espero ser fuerte.
Muy buena esta entrada. Me encantan las entradas de pros, semi-pros, populares o muy populares, en las que se da respuesta al ¿que sentistes realmente?
Lo duro de conseguir es dulce de recordar
Luis Recuenco dijo... 3 de agosto de 2010, 10:06
A por el muro, Sergio!
Acabo de realizar un recorrido de 4 días seguidos a más de un maratón diario y llegué a ese muro en la segunda etapa y no sólo lo superé sinó que a partir de entonces todo fué mucho más fácil. Al acabar una subida viene una bajada.
Pau dijo... 3 de agosto de 2010, 11:08
Luis, me alegro que te guste la entrada. No solo es aplicable al deporte el tema...
Pau, siempre hay momentos mejores peores, claro.
Sergio García dijo... 4 de agosto de 2010, 22:59
Sergio, eso ye muy duro.Tu ya sabes que lo puedes hacer y quedar con los mejores,!pa que probar otra vez!
Cuídate mucho
Un beso
Mª Dolores dijo... 6 de agosto de 2010, 22:51
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